Sigamos sembrando, siempre sembrando…
Después de nuestra última reunión el miércoles pasado, nos quedamos junto a nuestra mesa de pool conversando un grupo de rotarios y comentábamos con qué liviandad se renuncia hoy en día a Rotary.
Estar con un poco más de trabajo que el habitual o asumir una nueva responsabilidad familiar o laboral o iniciar una actividad de perfeccionamiento profesional…, no olvidemos que nuestro contingente son profesionales que necesitan renovarse cotidianamente, son recurrentes razones para poner sobre la mesa la renuncia.
Y algo que llama la atención. Esto ha estado ocurriendo en nuestro club con socios que son hombres jóvenes y recientes. El “invitemos jóvenes al Club”, parece que no está dando frutos. Llegan, los investimos como tales y – al decir del tango – “flores de un día son”.
Otros socios en carpeta de renuncia han aducido que “el Rotary de hoy no es el mismo de antes”. Este decir es una medalla de dos caras. Por una parte, es lógico que no pueda la organización ser la misma de antes. Vivimos en un tiempo que al decir de los estudiosos, “lo único permanente es el cambio”. Este cambio prueba que estamos vivos, vigentes y plenamente integrados a la cultura de hoy en nuestro medio y en el mundo.
La otra cara de la medalla: decir que “Rotary es distinto que antes”, es ponerse fuera de Rotary. Nosotros SOMOS ROTARY. Aceptar de buenas a primeras la connotación negativa del cambio, sería aceptar que nosotros hemos cambiado…para mal. El argumento cae por su peso y si un rotario con la rueda rotaria bien puesta – no en la solapa sino en el corazón – aduce que el club no es lo de antes como causal de su renuncia, significa que nunca hizo nada para que ese cambio negativo que hoy advierte no ocurriera.
Bueno ¿y que hacemos con esta especie de epidemia de renuncias? Hay que mirar el hecho como un efecto. Entonces – para resolverlo – hay que ubicar la causa.
Puede que no sea una sola. El asunto tiene su complejidad. Pero me atrevo a insinuar una. En la conversación del próximo miércoles, quizás alguien proponga otra más.
Creo que hemos caído en aquello de “lo que por sabido se calla, por callado se olvida” y lo que por suponerlo sabido lo hemos callado y que por callarlo, lo estamos olvidando, “es la doctrina rotaria”. Y hay que recordar que la acción sin doctrina termina por convertirse en activismo. Se pierde el espíritu que le da razón al quehacer y que en nuestro caso, es el servir, el dar sin mirar a quién, es el ver en cada persona un legítimo yo que podemos ayudar.
Volvamos a las fuentes. Volvamos a la doctrina. Revisemos y analicemos, estudiemos, empapémonos nosotros de los ideales rotarios y – a esos jóvenes y otros no tanto que invitamos – contagiémoslos de todo ello y cuando estemos seguros de que han comprendido y han hecho suya la razón de ser de Rotary, entonces, solo entonces tomemos su compromiso, coloquémosles la insignia y pongamos en sus manos La Prueba Cuádruple”. Esto nos lleva a pensar que en nuestra decisión final nos hemos precipitado en la invitación, que nos sirvan pues estos impases para considerar que el requisito esencial para ingresar a nuestra institución es darnos cuentas que nuestros invitados se han enamorado de nuestro quehacer.
En todo caso, hay que ser realista. Nuestra palabra rotaria es la semilla y ya EL nos advirtió que hay semilla que cae en terreno infértil y no echará raíces ni dará frutos. Pero no nos desanimemos. Es el riesgo del sembrador. Sigamos la pista que nos da el poeta y “sigamos sembrando, siempre sembrado…”
EGD Luis San Martín Olmedo
Distrito 4340
Rotary Club de Peñaflor.